Es hora de dejar a los niños en la guardería. A medida que varias mamás y papás se preparan para dejarlos, algunos niños parecen preocupados, otros se acercan más a la puerta, unos cuantos pueden alborotarse y aferrarse a las piernas de sus padres. Otros miran y sonríen o se despiden, para luego volver a jugar. Hay niños que parecen indiferentes ante la partida de sus padres durante el día. ¿Que pasa aquí? En parte, los niños muestran sus diferencias temperamentales naturales innatas. Por ejemplo, tu hijo puede tener una personalidad tímida o extrovertida; puede distraerse fácilmente o estar muy concentrado. Cuando esto se combina con los cambios en el cerebro que están ocurriendo durante los primeros dos años de vida, las separaciones pueden variar pasando de eventos sin importancia a un momento difícil para las familias.
¿Qué es lo que está pasando?
Cuando los investigadores del temperamento estudian bebés, generalmente los dividen en tres categorías: fácil, difícil y tímidos (cerca de un tercio de los bebés muestra una combinación de rasgos). Estas categorías se basan en qué tan activos son, qué tan bien lidian con los cambios, cuán intensas son sus reacciones, entre otras dimensiones. Independientemente del temperamento que muestren, la ansiedad por la separación es una fase universal del desarrollo infantil. Por lo general inicia alrededor de los 7-8 meses, alcanzando un máximo alrededor de los 14 meses y disminuyendo después de esa edad. De repente, o al menos eso parece, un niño reacciona negativamente a los brazos extendidos de otros o entra en pánico cuando deja de ver a mamá o a papá. Los niños que anteriormente han estado tranquilos bajo el cuidado de otros protestarán y se aferrarán a sus padres de una manera que puede desconcertar. Las lágrimas fluyen y la separación se convierte en una experiencia difícil para todos.
Lo primero que es importante mencionar sobre la ansiedad por la separación es que no sólo es normal, sino que es un signo de que el desarrollo emocional y cognitivo del bebé está avanzando. Entonces ¿cuáles son los cambios y las dinámicas del desarrollo que desencadenan la ansiedad por la separación? Echemos un vistazo a algunos de los más importantes:
- Los recién nacidos creen que son una misma persona con sus madres. Alrededor de los 7 meses de edad, los bebés comienzan a comprender que son personas independientes. Entienden que las madres pueden dejarlos pero no comprenden que volverán, lo que genera estrés en el momento de la separación. Esto también da lugar a que los bebés muestren una fuerte preferencia por sus cuidadores primarios frente a otros adultos.
- Cuando nacen, los bebés están tan “en el momento” que sólo son conscientes de sus necesidades inmediatas (por ejemplo, comida, sueño, atención). La ansiedad por la separación es, por lo tanto, evidencia de que su nivel de conciencia se está expandiendo para incluir su entorno y a las personas cercanas.
- Durante meses, los bebés se acostumbran a la rutina familiar con sus padres. En algún punto, el desarrollo de su memoria les permite no sólo aprender su horario, sino a esperar. Las separaciones, las transiciones y la presencia de extraños interrumpen esa rutina.
- Paralelamente a este proceso, los bebés también desarrollan la permanencia del objeto, lo que significa que saben que existes incluso cuando no pueden verte y, por lo tanto, quieren buscarte.
Otro factor a considerar durante este año es que los bebés comienzan a ser muy buenos “lectores” de las emociones de los demás. Recogen e imitan (o “reflejan”) las emociones que ven en otros. Una razón para mantener tus propias emociones bajo control, si estás ansiosa por separarte de tu hijo, es no querer “alimentar la ansiedad” del bebé. Cuanto más indiferente puedas ser, mejor para tu pequeño.
Lo que pueden hacer los padres
Si estás bendecida con un niño “fácil”, puedes quebrarte por las lágrimas repentinas que acompañan a la ansiedad por la separación. Pero debes saber que es una fase normal que pasará con el tiempo. Si tienes un hijo “difícil” o tímido existen varias maneras de facilitar las separaciones:
- Haz de las despedidas momentos breves y asegúrate de que éstas sean tranquilas y habituales. Las despedidas largas o las separaciones/ llegadas repetidas en breves espacios de tiempo mantienen al niño en un estado de alerta elevado.
- Deja en casa un objeto familiar o una foto tuya; algunos niños usan elementos como el bolso de su madre como un elemento de seguridad “sustituto” cuando papá o mamá están ausentes.
- Permítele un espacio de tiempo suficiente en casa para presentarle nuevas personas. Si hay una niñera, no te apresures a salir por la puerta, dale tiempo a tu hijo para adaptarse a su presencia.
No debes hacer:
- Decirle “Volveré en una hora” para tranquilizarlo. Los niños pequeños no tienen sentido del tiempo, por lo que no pueden comprender la diferencia entre una ausencia corta o larga.
- Preocuparte si tu hijo llora (esto es una buena señal de que eres una base segura de apego para él). Debes saber que él se recuperará y seguirá adelante con sus actividades en tu ausencia.
- ‘Salir’ sin ser vista para evitar el malestar del niño. Mientras que verte salir por la puerta puede generar lágrimas (temporales), es más angustiante que tu pequeño te busque y no sepa qué sucedió.
La ansiedad por la separación es una fase que tu niño tendrá que enfrentar y de la cual saldrá adelante. Como madre, es tranquilizador escuchar lo que dicen los proveedores de cuidado infantil: “Usualmente dejan de llorar muy rápido después de que el padre o la madre se van”.